Jannik Sinner es ya nuevo número uno del mundo y lo demostró en los cuartos de final de Roland Garros 2024 donde rindió a un bloqueado Dimitrov, que fue de menos a mucho más, pero que no le sirvió para inquietar al italiano que se llevó la victoria (6-2, 6-4, 7-6(3) tras 2 horas y media) y se mete en las semifinales del grande parisino, donde espera a Carlos Alcaraz o Stefanos Tsitsipas.

Un desafío de cañoneros era lo que aguardaban los aficionados de la Philippe Chatrier, que al fin veían salir el sol en París tras una semana de constantes lluvias. Sin embargo, asimismo hacía acto de presencia el viento lo que complicaba el control de la bola. El primer partido de cuartos de final contaba con dos sacadores, con buenas derechas y con una velocidad de bola endiablada.

Pero fue Sinner el que golpeaba primero, más habituado a estas rondas finales de Grand Slam que Dimitrov, que alcanzaba por primera vez los cuartos de Roland Garros. Y esto parecía apreciarse en el comienzo del encuentro porque el italiano tomaba la idea en los puntos y rompía el saque del búlgaro, algo nervioso, a las primeras de cambio.

El bloqueo de Grigor seguía presente y no encontraba soluciones ante un ordenado Sinner, que corría de lado a lado y quebraba nuevamente el servicio para dejar el set prácticamente sentenciado. Hasta el viento se ponía de lado del italiano y en un abrir y cerrar ojos se llevaba el primer equipo por 6-2 en 35 minutos.
El de San Cándido no daba ninguna opción con su saque, solo cedió 4 puntos en la primera manga, y se sostenía belicoso y molesto al resto frente a un Dimitrov que no estaba. No había mucha historia en el partido, básicamente porque Sinner no dejaba al búlgaro entrar en el partido ni en la pista. Con esta tiranía, volvía a romper el servicio y, nuevamente, se ponía en virtud.

Las experiencias de Sinner han ido de menos a más durante este Roland Garros. Llegaba pendiente de su maltrecha cadera y, mientras que pasaba rondas, cogía nivel y sensaciones hasta conseguir una manera y un tenis que apabullaban a Dimitrov, que unicamente se mantenía con su servicio y del apoyo de las gradas que deseaban ver un tanto mucho más de espectáculo.

Y algún conato de rebeldía mostró Dimitrov porque se soltaba un tanto más con su derecha y subía un punto mucho más de intensidad. Pero ni con esas lograba hacer cosquillas al frio italiano que se mantenía firme en su tenis y hacía servir ese break inicial para hacerse con un segundo set (6-4) en el que el búlgaro luchó algo más, si bien insuficiente para inquietar al joven tenista.

El búlgaro había mostrado algo más de resistencia en el segundo set, pero necesitaba algo diferente y rompedor si quería prolongar el partido, al menos, una manga mucho más. Fue entonces en el momento en que se metió más en la pista para procurar controlar el punto y de esta forma aparecía su primera bola de break en el partido, pero el italiano se ocupó de sofocar para evitar darle alas a Dimitrov.

El tercer set mostraba la igualdad que no se había visto en los 2 precedentes. Sinner sostenía su nivel de tenis, pero era el búlgaro el que, por fin, se había asentado en la pista y ninguno de los dos cedía su saque en un instante del encuentro en que el mínimo fallo decantaría el equipo. O para un mejorado Dimitrov, o para un inmutable Sinner.

El italiano rompía al búlgaro y sacaba para llevarse el partido, pero Dimitrov mostró orgullo, devolvía el break y todo se decidiría en el tie break. Antes de empezar el desempate, se conocía la novedad de la retirada de Novak Djokovic por su lesión en la rodilla derecha por lo que Sinner se convertía en el nuevo número uno.

Él todavía no lo sabía, pero parecía que sí porque mostraba una vez más un tenis ordenado y al unísono demoledor para no ofrecer ningún tipo de opción a Dimitrov que inclinaba la rodilla ante el nuevo número uno del tenis mundial. El italiano ofreció su mejor versión en este Roland Garros, exactamente en el instante en el que sube al trono del tenis y espera contrincante en sus primeras semifinales. Alcaraz o Tsitsipas, uno de los dos va a ser el responsable de pelear frente al nuevo rey tenístico.